Un día en Barcelona
Un día en Barcelona conociendo a los personajes de un libro que ilustré y fiesta de El Estafador.
En 2021, una chica de Barcelona me escribió un mensaje privado por Instagram contándome que había leído mi segundo libro, Quiero pensar que no es demasiado tarde, y que eso la había animado a pensar en mí para proponerme hacer un cómic sobre la vida de su abuela. Un cómic como regalo de cumpleaños. Ella ya tenía todo listo: guion, fotos, vídeos, canciones… TODO. Solo le faltaba encontrar la forma de unir todo ese material como un rompecabezas. Le dije que sí.
Nunca me habían hecho una propuesta similar y la idea me pareció tierna, auténtica y conmovedora. Necesitaba ser parte de algo así. El trabajo fue extenso y muy cansado, pero valió la pena. Fue un regalo perfecto en el que, finalmente, participó toda su familia. Pasaron los años y la misma chica me contactó para trabajar en una página de cómic que quería regalarle a su abuelo por su cumpleaños. No podía decir que no. Además, esa familia ya era especial para mí.
Tenía planeado ir a Barcelona pronto porque se celebraba una fiesta de El Estafador —el colectivo de humoristas gráficos en el que participo desde hace poco— a la que asistirían muchos dibujantes, y me pareció la oportunidad ideal para conocer y compartir con colegas. Pero también pensé que era el momento perfecto para conocer en persona a esta familia especial, con quienes solo había mantenido contacto de forma virtual.
También era la primera vez que salía de viaje sin mi bebé y que iba a pasar un día entero fuera desde que soy mamá, así que sentí un poco de vértigo. Estoy muy acostumbrada (aunque no llevo mucho en esto) a cuidar de otro ser. Pero necesitaba un momento en el que pudiera ser completamente yo, a secas. Y estaba tan contenta de tener seis horas enteras para mí (las del tren), que me llevé varios artilugios para hacer mi trayecto más entretenido: dos libros, un cuaderno, un lapicero con sombrero vueltiao y una libreta para dibujar.
Empecé a leer La moda justa, de Marta Riezu, un libro que tenía pendiente y que me tuvo reflexionando todo el tiempo sobre mis hábitos y mi propia coherencia. Cuando vi The Good Place, me impactó mucho —y ojo, porque a partir de aquí habrá spoilers— cuando se dieron cuenta de que nadie iba al Buen Lugar, porque el mundo se había vuelto tan complejo que, aunque quieras hacer las cosas “bien”, no puedes controlar ni conocer todo lo que envuelven tus decisiones. Por ejemplo: reciclas y clasificas tus residuos por color porque crees que ayudas al medioambiente, pero la empresa que se encarga de esos residuos no recicla nada y, al final, todo termina quemado en algún lugar. Y tú, sin saber qué ha pasado, sigues pensando que hiciste algo positivo. Y sí, lo intentaste, pero la realidad es que el fin de tu acción fue modificado. Así que, si haces algo bueno, probablemente esté “contaminado” con algo que desconoces y automáticamente te quedas fuera del Buen Lugar.
Algo así me pasó con el libro y con la idea de creer que, al comprar una prenda con la etiqueta eco u orgánico, estás teniendo un impacto menos negativo en el planeta (porque te pueden estar mintiendo con la publicidad). Pero no he terminado el libro de Marta Riezu porque soy muy lenta leyendo y no pude acabar un libro de 119 páginas en tres horas de viaje en tren.
Cuando llegué a Barcelona, me esperaba en la estación de tren la chica de la que te hablé al principio. La nieta de la señora a la que hicimos un cómic. Cuando le dije que iría a Barcelona y que quería conocerles, se puso muy contenta. Así que conocí a la sus abuelos, los protagonistas de mis dibujos y fue una de las experiencias más bonitas que he tenido en mi carrera. Pensé que dibujar el cómic y la página, ya era precioso, pero conocerlos ha sido una experiencia religiosa. Me trataron muy bonito y al ver lo sanos, despiertos, activos y llenos de vida que son con sus más de noventa años encima, solo podía tomar su valioso tiempo compartido conmigo como el regalo que fue, aprender en silencio de su sabiduría de lo cotidiano y escuchar con atención. Estas personas han pasado por mucho. Vivieron guerras, cambios políticos, el ganar y perder en la vida. Y se han quedado con lo que han ganado. Sonriendo a la vida y a la muerte sin ningún miedo ni tabú. Viviendo el momento, de verdad.
Después fui a la fiesta de El Estafador y lo pasé muy bien. Conocí a muchas ilustradoras a las que sólo conocía por su trabajo en redes. También pude desvirtualizar a mis compañeros del colectivo que no conocía en persona. Los veía y pensaba: toda esta gente piensa chistes y los dibuja, y eso es de lo que más les gusta hacer en el mundo, como a mí. Ya sé que puede ser algo bastante obvio, pero no había estado nunca rodeada de tanta gente que dibuja chistes. Fue un buen día de principio a fin.
En el tren de regreso a Valencia, intenté dibujar en la libreta y me di cuenta de que he perdido soltura. No dibujo a mano desde hace muchos meses porque el bloqueo creativo es tan bestia que tengo un lápiz en mi mano y no sé qué hacer con él.
Me sentí bastante torpe dibujando a mano. Intenté dibujar cosas que recordaba de la fiesta como los rostros de algunas personas y la comida de las mesas.
Y lo mejor, llegar a ver a mi familia al final de día.
Algunas novedades/reflexiones/pensamientos:
- Existe la posibilidad de hacer un nuevo libro con una editorial grande. Pero todavía no encuentro cómo organizar mis ideas. Entonces sigue siendo —una idea, una posibilidad—
- Ahora quiero enfocarme en mi trabajo de ilustración para prensa y mejorar mi portafolio, que por cierto, lo tienes en mi web o en behance
- A veces las mejores experiencias de trabajo se dan con personas de a pie, personas que buscan la belleza y la ternura a través de la expresión artística, en medio de la hostilidad del mundo.
- Mamá feliz, bebé feliz.
Una canción
Gracias por leer hasta aquí
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"Los veía y pensaba: toda esta gente piensa chistes y los dibuja, y eso es de lo que más les gusta hacer en el mundo, como a mí. Ya sé que puede ser algo bastante obvio, pero no había estado nunca rodeada de tanta gente que dibuja chistes".
Mira que esto me puso a pensar un par de cosas.
Primero, en la importancia de la comunidad. Y de ir más allá de lo virtual. Como que nuestra generación creció en un mundo donde normalizamos las relaciones a través de las pantallas -- las más importantes de mi vida han nacido así e incluso se han mantenido así. Pero qué importante es poder volverlo tangible. También, lo que dices, de verse a uno mismo en los otros. En los mismos gustos. En el conductismo dicen que el yo no existe si no es a través de los otros.
Segundo, me hizo reflexionar sobre mi soledad. Me hace falta una comunidad así. Pero bueno, esa es otra historia y no quiero secuestrar tu reflexión personal.
Gracias por este news.