La urgencia de estar en todas partes y a la vez en ninguna
Desconexión, proceso creativo y un poco más
Llevo un mes aproximadamente desde la última vez que hice una publicación/historia en Instagram. La última publicación fue una viñeta que hice para Ideas en El País, donde comenté un poco del proceso creativo del desarrollo de la idea. La viñeta iba sobre un tema que me rondaba la cabeza por esos días: ¿por qué parece que en la actualidad nuestros actos tienen menos consecuencias?
Yo nací y crecí en Colombia. Un país muy católico, apostólico y romano (tropical) en el que gracias a la crianza católica siempre tuve muy clara la diferencia entre el bien y el mal (a pesar de que tanta gente en nombre de la religión haga cosas malas). Me criaron así y creo que siempre entendí que si haces algo que no está bien, tendrás consecuencias. O bueno, más o menos ese era el mensaje que se trasmitía y que ayudaba de alguna forma a la construcción de una identidad basada en hacer el bien sin mirar a quien y a evitar ser mala persona, y temer si hacías algo que no se debía. Grosso modo.
Entendí que trasmitir ese mensaje, que en esencia me parece positivo, es también un mecanismo de control del comportamiento humano y que en la actualidad con el continuo abandono de la religión como faro espiritual hay desorientación y una crisis de valores importante (porque ya no hay nada que temer). Entonces en esta era del individuo como ser supremo, donde yo soy más importante que la comunidad, la ciudad, el pueblo donde habito y por tanto solo pienso en mi propio bienestar, no me importan las consecuencias de mis actos aunque afecten a otras personas.
Un ejemplo de ello es el niño que en el parque infantil quiere pegar a los niños más pequeños porque le parece divertido, mientras sus padres miran la escena sin mediar palabra y sin poner un límite para evitar la agresión. “Son solo niños” algunos padres dicen, sin que su criatura comprenda que hay o debería haber consecuencias cuando hacemos algo que no está bien. O el caso de quien conduce mal, de forma temeraria y no le importa poner en peligro a otras personas.
Aunque la viñeta también la pensé por la crisis política que hay ahora mismo en España y Colombia con la corrupción y los dirigentes políticos que están jugando con el miedo colectivo ante las distintas amenazas globales que parecen multiplicarse cada segundo. La sensación de que los tiempos son cada vez más difíciles no hace más que crecer entre las conversaciones de la gente en el transporte público, las calles y los chats familiares. Y también lo hace mi necesidad de desconectar por mi salud mental y de hacer otras cosas fuera del espacio virtual.
La consecuencia inmediata de dejar de publicar es el fomo (fear of missing out), el sentir que me pierdo de algo al no compartir nada y llevar años arrastrando un agotamiento crónico al alimentar las redes sociales y despersonalizarme de vez en cuando, para no parar de crear. Si me has leído en otros momentos, sabrás de mi crisis creativa en la que navego desde hace un tiempo. Pero aún el cuerpo y la mente no me pedían a gritos parar de verdad.
Yo sigo consumiendo redes sociales a pesar de que no publique nada y me acuerdo de la situación de hace años que vivió una amiga artista que llevaba mucho tiempo sin compartir nada en redes y yo no entendía por qué. Ahora entiendo que hay que escucharse mejor. Y no tener prisa. Porque en un mundo en el que hay prisa por todo, tomar la iniciativa de la quietud y la calma es un acto que puede llevarte por caminos que no habrías tomado de otra forma. Ahora sí, el cuerpo y la mente me piden parar y desconectar.
Otra de las consecuencias de ir dejando poco a poco la actividad en redes sociales, ha sido el bajón de trabajo de los últimos meses. Pero no tengo miedo a tener que reconstruir, reencontrarme o volverme a conocer como artista. Buscar alternativas. Reconocer que no somos máquinas sirve para frenar y revisar en qué punto estamos y averiguar a dónde nos gustaría ir.
Durante un tiempo que para mí fue muy largo, sentí la urgencia de estar en todos los canales de comunicación a la vez. Ahora lo veo como un proceso de experimentación sobre cómo entendía mi mente estar en redes sociales y en ese proceso probarlas todas. No pasó mucho tiempo para que entendiera que no podía pasar tanto tiempo en una vida virtual y que tampoco podía dejar de invertir tiempo en mi trabajo real, el que hago con las manos. Así que he dejado algunas pocas y las que tengo cada vez las uso menos, hasta que quizás deje de usarlas o encuentre la forma de seguirlas usando como mi potente canal de difusión y de comunidad, sin que mi gestión del tiempo se vea afectada o mi relación con mi trabajo creativo.
Novedades de mi trabajo
Pasando a otras cosas, quiero compartir que desde el mes pasado estoy colaborando con El Estafador, un colectivo/newsletter/revista virtual sobre humor gráfico donde también colaboran un montón de viñetistas que admiro y otros que no conocía pero que me encanta saber que están allí. Esta experiencia me gusta bastante porque me obliga a escribir y pensar más ideas, les encuentro un propósito concreto al compartirlas con otros viñetistas y nunca había participado en un colectivo de nada, así que muy bien.
Por otro lado, tengo muchas ideas a medio empezar, de cómics, de vídeos, de guiones. No sé cuando pueda ponerme realmente a trabajar con ello, porque no he podido encontrar el tiempo y el espacio para ordenar mi trabajo y mis ideas.
Ahora leo
Maternidad y creación de la fotógrafa y artista visual Moyra Davey donde recoge textos/experiencas de otras mujeres escritoras/creativas/artistas entorno a su maternidad y su trabajo creativo. No lo he terminado pero esta siendo muy revelador y me siento comprendida como mujer, como madre y como artista.
La última serie/película/video que vi y que me impactó
The Good Place (2016) Michael Shur - Netflix // Hace unos años empecé a ver esta serie pero no conseguí conectar. Pero algo me decía que debía verla, por lo que este año le di una oportunidad. Y ahora, que la terminé, me pasa que pienso constantemente en ella. Es de esas series que te deja mirando al vacío haciéndote preguntas importantes sobre la vida. Michael Shur es una mente creativa que admiro mucho, echenle un ojo a su trabajo como guionista y escritor y ya me dicen qué piensan. The Good Place es una comedia, al principio, pero también es un viaje de ida.
Una canción